
COMENTARIO LITERARIO
LAS MOSCAS (1943)
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Por Lidia Fabián Acevedo
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La obra dramática: Las moscas de Sartre deja como primera impresión la idea una humanidad lastimada que vive en condiciones poco dignas. La trama sugiere que el miedo y la culpa llevan al hombre a perder la libertad y a someterse por remordimiento al amparo de los dioses, como sucede en el caso de Electra. De acuerdo con Mauricio Beuchot: “Con la aplicación pragmática se llega a esa objetividad del texto que es la intención del autor” (2005:42). De esta manera, Sartre relata la historia de Egisto y cómo se relaciona con su pueblo para denunciar la arbitrariedad de un poder que pretende establecer –en un día- el orden entre el mundo de los vivos y el de los muertos. Es evidente que uno de los valores impuestos en el reinado de Egisto es el de enfrentar la culpa y sobrellevarla socialmente, pues hasta este sentimiento pierde su intimidad para pertenecer a la colectividad mediante “buenas obras”, si es posible. En el contexto de producción de Las moscas: 1943, esta resignificación del mito de Electra representa el horror de la Segunda Guerra Mundial, en particular del holocausto perpetrado por Hitler; momento histórico en el que la muerte se convierte en el leitmotiv de las políticas de Alemania, Italia, el gobierno de Vichi, que se caracterizan por un fascismo que reduce al mínimo la condición humana. Por ello es tan significativa la frase: “Sus agravios son imborrables, porque para ellos la cuenta se ha detenido para siempre”.
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El efecto inmediato de la obra es la sensación de una humanidad despreocupada por el otro, una sociedad en la que la fuerza del poder ejerce control sobre el hombre y lo manipula hasta reducirlo a una utilidad, hasta olvidan mirar en sí mismos (Sartre, 2005:98). Por eso en Las moscas, el uso del poder del rey y de los dioses determina las condiciones de vida de los ciudadanos. El propio Júpiter, cuando habla con Egisto del asesinato cometido en contra de Agamenón, le dice: “[…] ¡Sin embargo, qué provecho saqué de él! Por un hombre muerto, veinte mil sumidos en el arrepentimiento; ése es el balance. No hice un mal negocio” (Sartre, 2005:96). Al evaluar la obra podemos distinguir que el autor aborda la condición humana con un sentido particular, ya que representa las emociones e hiperboliza la idea del remordimiento, la expiación y la libertad. Así, la liberación sólo se puede lograr cuando Orestes señala que “cada hombre debe inventar su propio camino” (Sartre, 2005:130), se libera de las moscas que acosaban a los ciudadanos de Argos y que simbolizan la culpa y la muerte; aun sabiendo que alejarse le significa la soledad, lo hace porque asume la responsabilidad de la muerte de su madre y se libera del yugo de los dioses, a diferencia de su hermana, Electra.
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De tal manera que En Las moscas, con Orestes se genera la imagen de un hombre que busca el sentido de pertenencia, es una cuestión de identidad, propia a la dignidad humana. Sobre todo si establecemos la analogía con la Segunda Guerra Mundial en la que el hombre se sintió o fue exiliado de su propio país:
Orestes: Y el asesino reina. Ha conocido quince años de felicidad. Yo creía justo a los dioses.
Júpiter: ¡Eh! No incriminéis tan pronto a los dioses. ¿Hay que castigar siempre? ¿No era preferible que este tumulto derivara en beneficio del orden moral?
Orestes: ¿Qué hicieron?
Júpiter: Enviaron las moscas.
El pedagogo: ¿Qué tienen que ver las moscas?
Júpiter: Oh, son un símbolo. (Sartre, 2005:19-20)
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En este fragmento, tal como lo señala el propio Júpiter, el símbolo más importante son las moscas. Sartre determina la interpretación al hacer la referencia de forma literal mediante el personaje del pedagogo: “¿Qué tienen que ver las moscas?” y Júpiter responde: “Oh, son un símbolo”. En tanto, “La interpretación se refiere a una estructura intencional de segundo grado que supone que se ha constituido un primer sentido donde se apunta a algo en primer término, pero donde ese algo remite a otra cosa a la que sólo él apunta” (Ricoeur, 1970:15); el lenguaje descodificado transfiere el significado de las moscas al del pecado y la inmoralidad, pues el sentido de culpa y maldad de Clitemnestra y Egisto se traslada a la familia, a toda una sociedad y al cosmos representado por el dios Júpiter. Si consideramos las moscas como el símbolo más importante, se puede comprender su sentido como una manifestación mitológica; ya que encontramos que, de acuerdo con Miranda Bruce-Mitford, la mosca “se considera como un ser malvado y corrupto; puede representar la debilidad” (1997:70). De tal manera, Orestes representa el mito del hijo que regresa a su ciudad natal, Argos, y es débil ante las palabras de la hermana que lo motiva a defender el honor del padre asesinado, matando a su propia madre. En este sentido, Júpiter es la representación de la imagen de la autoridad de las leyes, quien se encarga de recordarles por qué las moscas no abandonan la ciudad. Y el pedagogo representa –como Virgilio en la Divina Comedia- al guía, el maestro que acompaña a Orestes en su recorrido hacia el infierno, representado por la invasión de las moscas, cuyo sentido manifiesto es la culpa y la corrupción de la familia de Agamenón. Tal como lo expone Ricoeur: “todo mythos conlleva un logos latente que pide ser exhibido. Por eso no hay símbolo sin un principio de interpretación; donde un hombre sueña, profetiza o poetiza, otro se alza para interpretar; la interpretación pertenece orgánicamente al pensamiento simbólico y a su doble sentido” (1970:20). El título de la obra, por tanto, es el paratexto que anticipa la idea del pecado y la culpa; ideas que pierden sentido ante la responsabilidad asumida de Orestes cuando asesina a su propia madre, no por deseos divinos, sino por una voluntad asumida, no por la manipulación de un dios, Júpiter, sino guiado por un sentido de existencia: el primogénito que venga al padre y encuentra en ello las bases de su identidad.
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Referencias bibliográficas
Beuchot, M. (2005). Cap. 1 “Pequeña historia de la hermenéutica”, en Perfiles esenciales de la hermenéutica. México: FCE, 11-31.
Beuchot, M. (2005). Cap. 2 “Constitución y método de la hermenéutica en sí misma”, en Perfiles esenciales de la hermenéutica. México: FCE, 32-47.
Bruce-Mitford, M. (1997). Mosca. El libro ilustrado de signos y símbolos. México: Editorial Diana, 60.
Cirlot, J. E. (1992). Bosque o selva, Funerario, Pez. En Diccionario de símbolos. España: Colección Labor, 102; 212; 360.
Sartre, J. P. (2005). Las moscas. Argentina: Losada.
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